lunes, marzo 13, 2006

Pupita


Ay, me han hecho pupita esta mañana. Me han sacado sangre, y han sido necesaria tres enfermeras para ello, oye. Yo me mareo con la sangre hasta puntos ridículos. Soy capaz de caer redondo al suelo por ver un dibujo del cuerpo humano en un libro de primaria, y no exagero, que me ha pasado. La cosa es que esta mañana he ido a que me sacaran mi hermosa y preciosa sangre azul (que he teñido de rojo para despistar) y he advertido a la enfermera: "yo me mareo con esto". Y ella, con cara de ser la enfermera de Alguien voló sobre el nido del cuco, me dijo: "entonces será mejor que te pinche en la camilla", cosa que yo agradecí enormemente.
Lo habitual es que yo no avise, sino que me haga el valiente, y cuando me han pinchado, con la aguja dentro, se me pone la cara blanca y la enfermera me dice: "te estás mareando". Yo me caigo al suelo y entonces me tienen que pinchar en la camilla. Hoy decidí reconocer la verdad: "soy un gay cobarde y necesito que me pinchen en la camilla". Menos mal que se me ocurrió advertirlo.
Me tumbé mirando al aséptico techo para evitar tener ante mi cualquier visión de una aguja. La enfermera empieza a tocarme el brazo buscándome la vena y le digo: "nunca aciertan a la primera", a lo que ella responde "ya veremos. Respira hondo". Ay, hijadesumadre! Con qué mala hostia me la clavó (la aguja claro). Y me dice:
- Oye, pues es verdad, la vena ya no está
- Se lo dije. Mis venas se esconden cuando detectan alguna aguja alrededor
Y a ella no se le ocurre otra cosa sino comenzar a darle vueltas a la aguja dentro de mi brazo para localizarme la vena. Y no, no la encontró. Pero ella seguía dándole vueltas mientras decía "no la encuentro", y yo pensaba "zorra hija de puta, así te salga un sarpullido en el coño". A todas estas, yo debía de tener la cara de todos los colores posibles puesto que de repente me mira y empieza a gritar "Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!! Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!! Y entró Pili corriendo. La tal Pili se dedicó a darme conversación para que se me pasara el sofoco mientras la otra zorra seguía hurgando en mi interior en busca de la vena perdida y así evitar que yo pasase a mejor vida y de paso, ahorrarse una demanda interpuesta por mis familiares por negligencia médica por muerte traumática durante una extracción sanguínea para la obtención de un hemograma clínico.
Al final la muy guarra me dice: "voy a tener que pincharte de nuevo". Y yo mientras tanto pensaba: "Dios, prometo hacerme hetero si esta puta hedionda no me pincha de nuevo". Pero como volvió a pincharme, he decidido seguir siendo maricón. Y volvió a ocurrir, o "acontecer" que es más literario. Me la metió doblada (la aguja) y la vena volvió a desaparecer. "Ay, pues he vuelto a perder la vena" y yo sudando como si estuviera siendo sodomizado por un grupo de mandingos durante una resaca. Volvió a gritar: "Maryyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy" Y mientras venía Mary, la Pili decía que todo era culpa mía por ponerme nervioso. Será guarra.
Llegó Mary y muy diligentemente exclamó: "A ver". Y tachán, con un toque mágico me encontró la vena y mi pesadilla acabó. Después de tanto follón me tuvieron unos minutos acostado para evitar que al levantarme me cayera cual marica delicada al suelo. En cuanto pude salí huyendo de Pili, de Mary y de todas aquellas víboras que vestían de blanco y que deseaban chuparme la sangre. De hecho, el brazo me duele una barbaridad y tengo dos marcas como si el mismísimo Conde Drácula me hubiera mordido. Claro que si Brad Pitt o Tom Cruise vinieran a sacarme sangre, no me importaría morir desangrado.

1 Comentário:

Peibols dijo...

Yo a las agujas de los piercings no les tengo tanto miedo, pero a las de estracción de sangre sí, f'jate

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