El cruising, las huertas, Almodóvar y yo

Creo que ya he comentado en alguna ocasión que vivo al ladito de una popular zona de cruising, y no, no me vine a vivir aquí por eso. La zona en concreto es toda una calle que separa el edificio central de la Universidad de sus canchas deportivas, muy especialmente un descampado que justo al ladito de esas canchas, que BlueGuy denomina "Las huertas". En cuanto empieza a oscurecer la zona se llena de jóvenes que, con carpetas bajo el brazo y simulando que van a la biblioteca a por el último libro de Lucía Etxebarria pues van calle arriba, calle abajo esperando comerse un badajo. Si encuentras a alguien con coche pues es fácil, la zona es oscura y sirve allí mismo a falta de tener lugar donde ir. Si no hay coche, más fácil aún: en ese descampado tras una enorme higuera se montan unas orgías dignas de los muelles de Querelle. Grupos de hombres fornicando entre ellos durante toda la noche hasta que amanece. Qué bonito es el gay way of life. La higuera estaba tan concurrida que hasta le pusieron un plástico a modo de techo para poder hacer guarrindongadas cuando lloviera y una "puerta" hecha con hojas de palmera que rodeaba el árbol para poder tener "intimidad".Y es que las ideas de IKEA hacen estragos en la población homosexual.

Todo esto era así hasta que hace unos meses se cerró el chiringuito debido a las obras del dichoso tranvía que está a punto de inaugurarse. La zona se cerró al tráfico para desdicha de las maricas que por allí pululaban. Hace pocos días se reabrió la calle, pero el descampado con la higuera sigue siendo inaccesible. Pero algo es algo, y aprovechando que el Pisuerga no pasa por allí pero yo sí, pues me animé un rato. De repente me sentí como cuando Cecilia Roth va en busca de Agrado por las calles de Barcelona. Como no se podia caminar por el descampado, la calle estaba llena de coches que daban vueltas constantemente buscando algo de carne fresca, aunque yo vi en los coches a las maricas de siempre que suelen ir caminando. Creo que han aprovechado las obras para sacarse todas el carnet. Ante ese ir y venir, yo me sentí puta, me daban ganas de sacarme una teta y parar a gritos al primer coche que pasara, y deseaba tener un bolso con una piedra dentro por si se me acercaba algún pervertido poder defenderme, y deseaba que aparecieran travestis deslenguadas y taxistas que llevaran clientes, y deseaba que en cualquier momento sonara Tajabone. Ay Almodóvar, cuánto has influido en nuestras vidas.